Vuelve
Polanski, vuelve su mejor cine.
Polanski
adapta la obra teatral de Yasmina Reza en la que dos parejas encerradas en una
casa intentan resolver el conflicto provocado por uno de los hijos tras golpear
al otro con un palo y romperle dos dientes.
Polanski
nos lleva a un parque para mostrarnos con una cámara alejada que sucede entre
los dos niños y a partir de ahí nos traslada a la casa de la víctima en la que
los padres de agresor y agredido tratan de reconciliar a sus retoños. Y es aquí
donde comienza el enredo. Los buenos modales y las gentilezas entre dos
familias de lo más normales van desapareciendo para mostrarnos las diferencias
entre los cónyuges y el verdadero ser de cada uno de ellos. No es fácil la
transformación paulatina de los buenos modos a tirarse los trastos a la cabeza
y es aquí donde entra en juego los cuatro gigantes de la interpretación que
tenemos delante. Jodie Foster y John C. Reilly, como padres de clase media del
niño al que han golpeado, y Kate Winslet y Christoph Waltz, como los
progenitores de clase alta del atacante.
Pero
la película no se sustenta únicamente en las interpretaciones de estos genios.
La misma Yasmina Reza acudió en ayuda de Roman Polanski para adaptar la obra
teatral a la gran pantalla, escribiendo un guión totalmente imprevisible, con
grandes dosis de humor y de una ácida crítica a la sociedad y sus exasperantes
intenciones de llevarse bien con todo el mundo, aunque para ello tengo que
mostrar otra cara totalmente distinta a la que verdaderamente esconden.
Así
Polanski nos desarrolla los 80 minutos de película en una misma casa, donde las
despedidas se alargan hasta verse siempre truncadas y donde los términos
“agresor” y “agredido” acabarán por verse cuestionados al tratar el contexto en
el que los hechos se produjeron. Polanski nos muestra siempre las escenas
justas, ni una más ni una menos, nunca te pierdes y no hay una sola escena de
la que no se extraiga algo. La verdadera personalidad de los personajes se va
mostrando con gestos y miradas muy bien dosificadas, cada una a su debido
tiempo.
Del
vestuario y de la puesta en escena solo decir que cumple con los requisitos
suficientes para describir con total precisión la clase social a la que
pertenece cada matrimonio y escenificar una casa de clase media y al mismo
tiempo mostrarnos un poco más de la identidad de los que viven allí.
En
resumen, se trata de una magnífica obra cinematográfica que nos hace
plantearnos muchas de las convenciones sociales que viven entre nosotros hoy
día.
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