Domingo 20 de mayo de 2012, comienza la quinta temporada de Mad
Men.
Tenía el propósito de ver la llamada
"obra maestra" de la televisión de los últimos años, situada a
niveles de Los Sopranos y The Wire. Por fin mi intensivo dio sus frutos y la
misma tarde en que comenzaba la quinta temporada conseguí ver el último capítulo
de la cuarta.
Lo que aquí me dispongo ha hacer es una
breve crítica de las primeras cuatro temporadas.
Comencé viendo la serie un poco reacio
pues los primeros capítulos de la primera temporada no me parecían ni de lejos
acercarse a los estándares de lo anunciado, con un Don Draper, el protagonista
para quien no la haya visto, más que arrogante, cayéndome mal desde el
principio y una pobre Betty haciendo de mujer y madre sufridora, que traga y
aguanta todos los desaires de su marido. Lo cierto es que no sé como se
trabajaría en los años 60 en los Estados Unidos, pero si algo tenía claro es
que si era como se reflejaba en la serie yo quería haber vivido aquella década.
Una agencia llena de publicistas y jefes de cuentas que se pasan el día
bebiendo y disfrutando de la vida al tiempo que entre wiskhy y fiesta
encontraban unos 10 minutos para trabajar. Lo dicho, la primera temporada
estaba llegando a su fin y solo dos personajes simpatizaban mínimamente
conmigo, uno de ellos uno de los publicistas y otro Roger Sterling, jefazo
y dueño de la agencia de publicidad. Lo bueno es que los últimos
capítulos levantaron mi curiosidad por la siguiente temporada, la cual me
dispuse a ver azuzado por mis amigos y por desvelar poco a poco el pasado de
Don Draper.
La segunda temporada marchaba igual que
la primera, con juerguistas en los despachos que a última hora siempre salvaban
el trabajo que debían haber profundizado durante meses, al tiempo que Don
Draper se llevaba todos los halagos por su imaginación y se merecía el premio
de "Don imprescindible", Peggy me seguía pareciendo una sabelotodo,
Peter Cambell el típico español medio insoportable y con aires de grandeza, y
Joanne una simple secretaria con aires más que autoritarios que parecía no
darse cuenta de que resultaba totalmente sustituible. La cosa me parecía un
House que capítulo tras capítulo se iban sacando las castañas del fuego como
buenamente podían en el trabajo, siempre a última hora. Pero de nuevo, con la
inestimable ayuda de mis compañeros de clase me lancé a ver la tercera
temporada. Esto tenía que remontar sí o sí.
Y llegó la tercera temporada. Y con
ella mi amor profundo a la serie. Ante mí tenía la serie de la que me habían
hablado, en especial a partir del ecuador de ésta, con unas historias mucho más
reales, los problemas llegan a la agencia, los personajes maduran, se hacen
mayores poco a poco y su personalidad se transforma del todo. Los problemas
cotidianos de cualquier persona se hacen palpable, físicos. El humor se apodera
de situaciones, incluso de humor negro, lógico con gente con tanta imaginación.
Los capítulos van cayendo uno a uno con los sucesos más importantes de los
Estados Unidos como telón de fondo. La publicidad ha llegado a la televisión,
el formato ha cambiado y el público pide cosas nuevas.
Y con las cosas nuevas desembarcamos en
una preciosa cuarta temporada. Don Draper es humano, Betty sigue igual de
preciosa y muestra su lado más oscuro, el que todo el mundo estaba esperando,
la gente de la agencia tienen problemas diarios entre ellos, y el roce hace el
cariño... y el odio. Todos simpatizan conmigo, hasta la desesperante Sally,
hija mayor de los Draper, simpatiza conmigo, dan ganas de achucharla y de
decirle que todo irá bien. Estamos ante, ahora sí, una obra maestra de la televisión.
Este es mi resumen de las cuatro
primeras temporadas, ayer, domingo 20 de mayo de 2012 comenzaba la quinta
temporada tras dos años de parón por desavenencias entre guionistas, actores y
productores. Por problemas técnicos no pude ver los dos primeros capítulos,
pero ya me han avisado de que de nuevo, merece la pena sentarse frente al
televisor. Mi opinión es que la serie gana, sobre todo, por la evolución de sus
personajes, pero que en especial engancha de verdad al público cuando descubres
a un Jon Hamm (Don Draper) que también es humano, la frase que lo resume todo
es cuando Peggy le pregunta a Don si deja la puerta abierta o cerrada al salir
de su despacho y éste le responde que "Abierta".
Sígueme en Twitter: @patotastico.