10 mar 2012

Reflexiones que no vienen a cuento. Parte 1:

Hoy no voy a hablar de actualidad, y no por falta de ganas, más que nada porque mi presupuesto estudiantil se puede estirar y estirar pero ir al cine supone un pequeño gran desembolso, ya quisiera poder ir todas las semanas a ver algo de cartelera con mi cubo de palomitas, pero como se está ocnvirtiendo en un producto de lujo (y a más se supone que va ir si hacemos caso a mi querido profesor Villanueva) pues como que no.

Así que uno se pone a pensar y con la inspiración de un blog de un compañero de clase (luego os dejo el link) pues uno le da vueltas a la cabeza y se acuerda de algo sobre lo que lleva mucho tiempo tratando de escribir: los efectos especiales.

El tema viene ocupando mi cabeza algo más de dos años, más concretamente desde que se estrenó Avatar. A mi, para que engañarnos, me pareció un tremendo engaño, Pocahontas con bichos azules y unas colas muy largas, un grito ecologista que desvelas a los 20 minutos más o menos. Pues en eso estaba yo, soltando todos los improperios posibles en la cafetería de la universidad porque James Cameron a mi juicio me robó más de 10 € cuando un compañero me dijo que había que reconocer que el guión era una mierda pero los efectos especiales eran admirables, y aquí difiero en donde más.
A mi me vendieron estas más de 2 horas como la revolución del cine moderno, el antes y el después con ese, se supone, que magnífico 3D. A mí el 3D no me pareció ninguna locura, lo que si me pareció es que podías pillarte un colocón tremendo y que la reciente Invención de Hugo le da tres o cuatro mil vueltas en ese aspecto.
Pero a lo que voy, lo de los efectos especiales, a mí me parece una gran mentira. Para mí, efectos especiales buenos me parecen los de El Señor de los Anillos, con un uso del ordenador puntual, o el de los clasicazos, tipo Ben Hur, pero sobre todo, 2001: Una Odisea del Espacio. Esos sí que me parecen geniales, el disfraz de los chimpancés, las naves en el espacio, la belleza del frío y oscuro cosmos, pero sobre todo el bolígrafo que flota en el aire por la ausencia de gravedad y la nave en la que se desplazan los cuatro astronautas y el más humano ordenador HAL 9000. Para esta nave, Kubrick construyó a tamaño real un super ventilador que se moviese puesto en vertical y que con una cámara sobre la que se deslizasen los raíles y el actor corriendo como un hamster diese la sensación de movimiento. Para mí esto es digno de admiración, bien es cierto que este tipo de obras sólo se pueden llevar a cabo en films que lleven detrás un colchón económico muy grande, pero también es cierto que la imaginación para pegar un boli en un cristal transparente y moverlo con un hilo no está exento de capacidad creativa.

Sin embargo, Avatar carece, a mi parecer de todo esto. Es una película muy visual, espectacular en ese aspecto, pero todo hecho con un ordenador. Ahora sólo necesitas de mucho dinero para permitirte comprar un superordenador, pagar a muchos dibujantes que te hagan un mundo totalmente onírico, virgen y con mucha agua y muchas plantas y con animalitos azules que sintonicen con el público.

Lo que quiero decir es que dónde está aquí la imaginación para salvar los retos de la gravedad, y es que hoy en día parece que si tienes dinero para hacer una película con un superordenador puedes dar el pelotazo de la historia (ahí está, Titanic y Avatar las dos películas más taquilleras de la historia)


PD: el blog de mi compañero es: http://crownintherye.blogspot.com/

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