29 ene 2013

Django, no eres tú, soy yo

Existen dos seguidores de Tarantino:

1) El que ama Reservoir Dogs, le gusta muchisimo Pulp Fiction, sabe que existe Jackie Brown y Malditos Bastardos le deja más que frío.

2) El que empezó a ver Tarantino con Kill Bill, le encantan sus trucos y glorifica Malditos Bastardos

El otro día fui a ver Django. Hacía tiempo que no me terminaba de gustar cómo sonaba la palabra "Western" en una película de Tarantino. "Western" en plan con sus desierticos, sus sheriffs y sus caballos, porque "Western" lo que se dice "Western" lleva haciendo Tarantino desde el principio de sus días. Pero mira que a mi me daba en la nariz que ese contexto no le iba a ir al de Tennessee. El problema vino cuando las críticas que estaba recibiendo la película me levantaron bastante el ánimo. Para ser claros, os voy a decir mi veredicto desde el principio: Me ha dejado frío, no tan frío como el congelado de Malditos Bastardos, pero sí lo suficiente para tener un principio de escarcha.

No comprendo donde ve la gente la gracia de alargar la película más de media hora lo debido. Vuelven los trucos de Tarantino, hay una escena larga larguisima con buen diálogo (la de la cena con Di Caprio, a ser verdad de lo poquito que se salva de la película), estética cómic, sangre y violencia a raudales, humor negro y otro bastante absurdo. Si tiene todo esto, ¿por qué no te gusta, amigo? Básicamente porque soy del primer grupo de seguidores de Tarantino.

Ey, tío.


En Reservoir Dogs, utilizaba algunos de estos trucos, en Pulp Fiction otros y en Kill Bill los mezclaba todos de manera extraordinaria para hacer ese peliculón que echan todos los años en Cuatro. Pero te llega el tío a la II Guerra Mundial y te monta un estropicio de cuidado (al menos se carga a Hitler) y te pone todos sus trucos ahí totalmente descompensados y exagerados hasta lo indecible, a los que se le suma un montón de homenajes a distintas películas. En Django los trucos están algo mejor llevados, pero hay en ellos una evidente falta de frescura, no terminan de sorprender, y los homenajes a películas propias y ajenas llega a ser desesperante. Tarantino empieza a ser en sus homenajes lo que Santiago Segura a los cameos en su Torrente.

Retomando la peli. Se hace larga, es un hecho, lo más probable es que en algún momento de la película acabes mirando el reloj. Las actuaciones no me parecen nada destacable, ni si quiera la de Cristoph Waltz (aquí podéis cerrar la página), que por otro lado es el único que se salva de la quema en Malditos Bastardos, y a Django le falta un mundo para ser un héroe a recordar.
Lo mejor, los paisajes.

Salí del cine con una sensación extraña, lo primero que pensé es que Tarantino debería volver al día de hoy y dejar con urgencia las clases de historia, debemos encerrarle en ese videoclub y sólo así y con un poquito de suerte volverá a ser el de antes.

Te gustará si: eres del segundo grupo de seguidores de Tarantino.

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